Páginas

domingo, 27 de diciembre de 2015

Situación de exclusión

Un día en la universidad nos propusieron escribir sobre alguna situación de exclusión que hayamos vivido o presenciado. Todos los de mi clase escribieron sobre la exclusión que se sufre en los colegios e institutos, yo decidí cambiar un poco de vista y pensar en algo que te puede pasar cualquier día de tu vida. Y éste fue mi relato, espero que os guste y os indigne.

Un día cuando tenía unos 12-13 años mis padres decidieron que ya era hora de que tuviera un reloj bueno y no uno de esos que regalaban con los refrescos o con las películas Disney, sino un reloj que conlleva más responsabilidades.

Resulta que yo como persona indecisa que soy, no me convencía ninguno e íbamos moviéndonos de relojería en joyería como quien busca una prenda de ropa que no encuentra, entonces un día nos metimos en una relojería de la Calle Serrano por curiosear y a ver si por casualidad encontrábamos algo que me gustara. Yo no entendí muy bien porqué y sin saber cómo le insinuaron a mi padre que el reloj que buscaba no lo íbamos a encontrar allí, porque los tienen demasiado caros y claro que una persona con vaqueros desgastados y alpargatas entrase a comprar un reloj para una cría, no estaba a la altura del tipo de clientes que solían entrar en el establecimiento… Es decir, que prácticamente nos echaron por las pintas.


Cuando me explicó mi padre el porqué de su enfado y de nuestra puesta en marcha a la siguiente relojería más cercana sin apenas ver lo que había en esa, surgió en mi un sentimiento de enfado, decepción, injusticia y pensamiento de que el mundo se deja guiar demasiado fácilmente por la subjetividad y las primeras impresiones (todo esto en mente y palabas de una persona más joven). Mi padre decía que si yo hubiese querido me hubiese comprado cualquier reloj, aunque al final por mis gustos acabamos en una tienda cercana de mi barrio, comprando un reloj sencillo y “barato”.  


viernes, 18 de diciembre de 2015

Sorpresa para navidad

En estos días que andamos dándole mil vueltas a la cabeza pensando qué regalarles a todos a aquellos que nos rodean. Yo os propongo hacer alguna manualidad, ya que éste regalo sí que será algo único y personal.

Es una rosa de cartulina, muy sencilla y rápida de hacer, os dejo el vídeo de donde saqué la idea y una foto de cómo me quedó y eso que la hice deprisa y corriendo.


Y así me quedó a mi:



domingo, 4 de octubre de 2015

La vulnerabilidad del ser humano

Cada día que pasa vamos por la calle pensando que somos indestructibles, que las cosas malas pasan sí, pero sólo a aquellos que están lejos, a aquellas personas que no son las más cercanas a nosotros, las que más queremos. Pero cualquier día a cualquier hora puede pasar algo que cambie esa impresión de nosotros mismos y de aquellos que nos rodean, podemos recibir una llamada o una noticia que ponga todo nuestro mundo boca abajo, porque sí personas del mundo, el ser humano es vulnerable, es débil y aunque no lo creamos nosotros mismos, nuestra especie es el principal enemigo.


Nosotros porque nos dedicamos a llevar una vida sin precauciones, porque sí la vida está para vivirla, pero el mundo está para cuidarlo, para conservarlo y entre nuestra especie debería de sentir el amor, la protección y no la lucha por ver quién llega más lejos o quién tiene la razón. El simple hecho de compartir, de protegernos entre nosotros, no es algo propio del ser humano, sino que está presente en tantas otras especies de las que podríamos y deberíamos aprender.

No podemos ir pensando en nuestra indestructibilidad ni en nuestra vulnerabilidad, pero dejadme que os de un consejo, pase lo que pase en nutras vidas, no os derrumbéis, no caigáis, no os quejéis de vuestra suerte, no hundáis vuestra alegría por una noticia o un hecho, no es fácil, pero a veces la victoria se encuentra en la lucha, en saber reponerse de lo que pasa, en saber vivir con lo que el destino nos ha deparado, en saber ver todo lo bueno que rodea nuestro día a día y en saber rodearse de las mejores personas que hay en la nuestra. 

domingo, 21 de junio de 2015

¿Sueño o realidad?

Parecía un día calmado, uno de esos en los que sales a la calle y recibes al sol con una sonrisa, percibes el calor pero al mismo tiempo la brisa que hace que su fuerza sea más tenue. Max se dirigió al banco que tantas veces había estudiado en las noches anteriores con una bolsa grande en la mano y repasando todos los pasos que tendría que dar para llevarse el mayor botín de la historia.

A tan sólo tres manzanas de su nuevo apartamento en NY se encontraba aquel banco tan lleno de gente en hora punta y tan vació en las primeras horas del día. Entró como un cliente más, a la derecha estaba el guardia de seguridad al que saludó con un ligero movimiento de cabeza, sintió que de repente se le paralizaban todos los músculos, su corazón iba a cien por hora y hasta el mismo lo escuchaba palpitar debajo de su chaleco antibalas.

Se acercó al mostrador y Lisa, la chica de la cabina le saludó con una amplia sonrisa.
-Buenos días ¿en qué puedo ayudarle?

Como tantas veces había planeado puso encima del mostrador su mochila, metió la mano en ella y dijo: ahora pausadamente vas a darme todo el dinero que tenéis en la caja, no intentes nada, llevo una pistola en la bolsa, un solo movimiento y podrás despedirte de tu marido y el hijo que estás esperando. Te tengo vigilada Lisa, se dónde vives, quienes son tus amigas, a dónde vas a cenar todos los domingos, un solo paso en falso y tu vida se volverá una pesadilla.

Ella a riesgo de perder todo lo que ha amado, hizo todo lo que pudo para no parecer nerviosa, se levantó muy despacio de su asiento, se alisó la falda del vestido ancho que llevaba a causa de su séptimo mes de gestación. Se fue a la caja fuerte, aquella puerta blindaba que se hacía más pesada a causa del sudor de sus manos, cogió cinco paquetes de 50 mil dólares, en billetes de 50 con la cara de Ulysses S. Grant  al dorso, con las dos manos. Por dentro sólo pensaba que eso fuese suficiente para el ladrón, Max la sonrió y le pidió con mucha calma que se diera un segundo viajecito:

-¿crees que me voy a conformar con esto? Ya estás tardando en traer los paquetes de 100 mil con Benjamin Franklin.

Ella cada sentía que con la presión se le iba la cabeza y por poco se desmaya al tropezarse cuando entraba en la sala blindada del banco, sacó todo lo que pudo y se lo puso en la bolsa. Esta vez Max parecía satisfecho, según iba caminando por el hall para llegar a la puerta, el guardia de seguridad sacó la pistola.

-¡Como de un paso más disparo!

Max rodó por el suelo de una voltereta, estaba justo en la puerta cuando Lisa pulsó el botón del pánico y el guardia disparó.

Su corazón iba a salirse de su sitio y él se despertó súbitamente con la cara y el cuerpo empapados en sudor, no podía ser, de nuevo había tenido ese sueño horrible que había estado intentando quitarse de la cabeza una y otra vez y en el que sólo conseguía ser atrapado una y otra vez. Se levantó despacio, era una mañana de mucho calor húmedo en NY, encendió la radio para escuchar un poco de música, se fue a la cocina, abrió la nevera para que le diese el fresquito en el cuerpo y bebió la leche de morro.


El apartamento era pequeño así que sólo con un par de pasos se encontró en el cuarto de baño, sólo pensaba en darse una ducha, cuando apartó las cortinas y descubrió que estaba llena de billetes, pegó un salto hacia atrás y se golpeó la espalda con la pared hasta tal punto de quedarse sin aire, se acordó entonces que aquél dolor que tenía en el pecho no se debía únicamente a la palpitación rápida de su corazón sino al moratón que le produjo el disparo del guardia de seguridad. Su mente se llenó de dudas, alegría, furia, adrenalina y desesperación.

miércoles, 15 de abril de 2015

La lucha

Pueden controlar dónde nacemos, el cómo y el cuándo,
pueden decidir cómo crecemos y hacia dónde estarán dirigidas nuestras ramas
pero nunca controlarán el poder de nuestras raíces,
luchando por abrirse hueco en el asfalto,
indomables,
invisibles,
imparables,
como el pensamiento humano.




martes, 3 de febrero de 2015

Los juegos del hambre

En apenas un mes me he devorado los 3 libros de la saga de los juegos del hambre. Son una saga entretenida, muy fácil y rápida de leer recomendable sobre todo para aquellos adolescentes lectores que están iniciándose en la lectura de más de 200 páginas.



Desde mi punto de vista es un libro con muchos puntos fuertes, tiene intriga, risa, mucho auto-conocimiento por parte de la protagonista principal, además de crítica social, pero le falta la riqueza de vocabulario y expresión que aportan libros como la sombra del viento.